La implantación de la televisión como medio de información
y entretenimiento hegemónico a lo largo del pasado siglo XX trajo
aparejados una serie de debates en torno a los usos y los efectos
de la televisión. A riesgo de pecar de cierto reduccionismo
y sólo a fines explicativos, vamos a utilizar una célebre
clasificación debida al investigador italiano Umberto Eco que dividía
los análisis sobre el ejercicio de ver y leer la televisión
en dos grandes grupos: aquellos que critican el funcionamiento de la Televisión
denominados “apocalípticos”, y aquellos
otros que observan a la cultura de masas, en general, y a la Televisión,
en particular, como un elemento democratizador y positivo, los llamados
“integrados”.
Las discusiones entre “apocalípticos” e “integrados”
lleva produciéndose varias décadas. Se trata de un debate
histórico que se actualiza permanentemente a partir nuevas
constataciones relacionadas con el consumo televisivo o con la aparición
de nuevos formatos de programación (por ejemplo, el programa Gran
Hermano en sus diferentes versiones nacionales).
Los apocalípticos afirman que la televisión es un medio que
favorece la manipulación, la alienación,
y da lugar a la imitación casi simiesca. Desde los contenidos emitidos
por televisión, critican la violencia, sexo, lenguaje soez, reproducción
de estereotipos negativos de clase, raza y sexo con frecuencia habituales
en las parrillas de la pequeña pantalla.
Las críticas apocalípticas provienen de intelectuales de procedencia
muy diversa tales como educadores; sociólogos; filósofos,
artistas, asociaciones de consumidores y amas de casa; sindicatos; ONG’s;
congregaciones religiosas; etc.
En el campo de este tipo de pensamiento uno de los últimos conceptos
acuñados es el de “telebasura” utilizado
por críticos de muy diversa procedencia para denunciar el
amarillismo y el sensacionalismo con que se tiñe la pantalla
nuestra de cada día. En España la Asociación de Usuarios
de la Comunicación; los sindicatos Unión General de Trabajadores
y Comisiones Obreras; la Confederación Española de Madres
y Padres de Alumnos; la Unión de Consumidores de España y
la Confederación de Asociaciones de Vecinos de España han
elaborado un Manifiesto
contra la telebasura.
Debates candentes tiene la relación de la infancia con la
pequeña pantalla. Mucho se ha escrito sobre la influencia
negativa de la televisión en la formación de los pequeños
y muchos informes vincularon la delincuencia y el vandalismo presentes en
nuestras sociedades con las imágenes televisadas. La resolución
de conflictos apelando a la violencia, el incentivo
al consumo desde los programas infantiles o el inculcar en los
menores estereotipos sexistas son con frecuencia materia
de condena por parte de educadores, padres y legisladores.
Tales preocupaciones han propiciado en EEUU, por ejemplo, el ensayo de una
solución tecnológica: el
V-Chip. Como reza el folleto de FCC, el V-Chip es un dispositivo tecnológico
que se instala en los televisores para ayudar a los padres a bloquear los
programas que consideren inadecuados para sus hijos, sobre la base de la
clasificación por edades y las categorías del contenido, tales
como sexo, violencia, lenguaje para adultos o diálogo insinuante.