Durante décadas
los programas televisivos se emitieron en directo sin ningún sistema de almacenaje. Centenares de obras de
teatro y novelas, informativos, programas educativos o de entretenimiento
únicamente sobreviven en la memoria de aquellos que los hicieron o que
los vieron.
Para remediar las dificultades que conllevaba esta anómala situación,
la industria televisiva estadounidense 'exigió' que alguien inventara
un sistema para almacenar las imágenes electrónicas que captaban las cámaras
de televisión (véase el epígrafe 7 del bloque de Tecnología de Media Cine).
El magnetoscopio, conocido en la calle con
la denominación de vídeo, se
presentó por vez primera en un informativo de la cadena norteamericana
CBS el 30 de noviembre de 1956. A la altura de
mediados de los años sesenta todas las televisiones habían generalizado
su uso. A su vez, los primeros magnetoscopios que tuvieron un éxito considerable
en el sector doméstico comenzaron a comercializarse a mediados de los
años setenta.
En síntesis, la labor de un vídeo consiste en transformar las informaciones
visuales y sonoras de la señal eléctrica de la televisión en informaciones
magnéticas que puedan ser conservadas en una cinta magnética. Esa labor
la realizan las cabezas de grabación (véase el epígrafe
8 del bloque de Tecnología de Media Cine).
Almacenar las señales en una cinta magnética posee una serie
de ventajas: en condiciones perfectas, la calidad de la grabación
y de la imagen recibida es idéntica; se puede visionar inmediatamente
y en algunos formatos hasta puede comprobarse en tiempo real; puede reproducirse
varias veces sin deterioro excesivo; la cinta puede borrarse y volver
a ser útil para grabar; puede manipularse a través de la edición; permite
incluir efectos visuales que pueden ser modificados y permite copiar películas
de formato cine y manipularlas - añadir subtítulos, música, adaptarlas
al formato de pantalla.
Durante décadas los formatos en
vídeo se establecieron en relación a la anchura de las cintas magnéticas:
los formatos profesionales eran los de 2
pulgadas y 1 pulgada de
ancho de cinta; los industriales los de 3/4
de pulgada (el célebre U Matic, primer sistema de vídeo cuya cinta
iba alojada en una casete y cuyo genial hallazgo en 1971 posibilitó la
viabilidad del mercado doméstico); y los domésticos de 1/2
pulgada tal como el VHS y antes el Betamax. Pero las cosas comenzaron
a cambiar cuando en los años ochenta apareció en el formato Betacam de
media pulgada de ancho de cinta pero que pese a su estrechez ha sido el
sistema dominador del sector profesional durante una década.
En los últimos años han surgido con fuerza los formatos digitales, DV
-Digital Vídeo-. Todo indica que estos formatos tales como el DV Profesional,
el DVPro, el DVCam y el MiniDV, debido a la excelente calidad combinada
de imagen y sonido y a su flexibilidad en la postproducción desplazarán,
con el permiso de los de Alta Definición -HD- a los formatos analógicos
y se convertirán en muy poco tiempo en completamente hegemónicos en el
mercado televisivo.