Desde el punto
de vista del lenguaje audiovisual el montaje, tal como puede verse en
el epígrafe de Montaje de Media
Cine, es el proceso de ordenación de un material con el fin de obtener
un programa continuado, sin imágenes o sonidos inútiles o mal colocados.
El montaje en soporte electromagnético o digital característico de la
televisión suele denominarse con el nombre de edición
o editaje.
El
sistema más simple de edición se lleva a cabo con dos magnetoscopios.
Uno reproductor y el otro grabador. En el primero situamos la llamada
cinta master, aquella que posee todos los brutos de la grabación, y en el grabador se coloca la cinta donde
haremos el montaje final de imágenes.
La operación de edición propiamente dicha consiste en establecer los puntos de inicio y final del plano y marcarlos
como puntos de edición. Ambos
magnetoscopios han de sincronizarse
para que ésta se haga con perfecta calidad en los puntos de edición establecidos.
Para ello los magnetoscopios retroceden unos metros de cinta en lo que
se denomina pre-roll que es algo así como tomar
carrerilla para que cuando lleguen los puntos de entrada, ambos magnetoscopios
estén ya sincronizados a la misma velocidad.
El funcionamiento de estos dos magnetoscopios se controla por la llamada
mesa de edición a la que ambos van conectados
y constituye una sala de edición
por corte. Si disponemos de una mesa que nos permite conectar tres magnetoscopios, dos de ellos para
reproducción y un tercero para grabación, el número de posibilidades de
edición aumentará considerablemente, pudiendo incluirse fundidos encadenados. Este tipo de salas recibe el nombre de salas
de edición A-B Roll.
Un elemento muy útil para las operaciones
de edición es el código de tiempos.
Éste es una señal generada por un reloj del sistema que se inscribe en
la cinta permitiendo localizar con absoluta exactitud cualquier punto
de ella. Esta información se graba en la pista de órdenes como un número
con formato horas:minutos:segundos:frames y se visualiza en la parte inferior
de la imagen. En una mesa de edición programable, el código de tiempos
se usa para designar los puntos de edición.
Hoy en día han
ido proliferando las ediciones
no lineales, por supuesto inexcusables en los procesos de edición
profesionales pero a nivel más modesto también las encontramos en los
sectores y mercados domésticos,. En esencia, en la actualidad consisten
en el uso del ordenador para editar los vídeos.
Las ventajas son enormes pues una vez capturado el contenido del vídeo
en un disco duro se puede organizar y ordenar las escenas de una forma
parecida a como se trabaja con los párrafos en un editor de texto. Su
función inicial no era otra que la de ahorrar costes de producción trabajando
con sistemas menos profesionales (más baratos) antes de pasar a la edición
final sobre sistemas de edición profesional, cuyo alquiler por hora de
producción era mucho más costoso.
Al estar el vídeo digitalizado, podemos ir instantáneamente a cualquier
punto de la grabación. El programa editado puede mejorarse espectacularmente
con el añadido de todo tipo de efectos. Las transiciones
pueden ser mucho más vistosas que los simples fundidos y cortinillas.
También podemos añadir gráficos y todo tipo de animaciones. Lo más importante
del proceso es la tarjeta de captura,
con salidas de vídeo para reproducción y así tener la posibilidad de volcar
el vídeo a cinta. Además hace falta el software
de edición, necesario para organizar las escenas según el orden que
queramos y añadir los efectos con los que vayamos a adornar la producción.