La información
ha alimentado los medios de comunicación desde sus orígenes hasta nuestros
días. La necesidad de saber qué pasa, dónde pasa, hasta qué punto nos afecta
y quiénes protagonizan un determinado suceso alimenta nuestra necesidad esencial de adaptarnos al entorno.
Los medios amplían notablemente nuestra capacidad
de acceder a informaciones de muy
diversa índole sobre lugares cercanos o remotos y satisfacen esa necesidad
de información.
Por otro lado, a la televisión siempre se le ha
exigido emplear parte de sus recursos en la ampliación del acervo cultural de sus espectadores, y ha intentado,
con mayor o menor éxito, satisfacer nuestra demanda de conocimiento.
Información
y formación adoptan múltiples formas en el
discurso televisivo, dando lugar a programas de todo tipo y, aunque las
fronteras entre los diversos formatos
no siempre están claras, he aquí una propuesta
de organización.