Desde que la televisión irrumpe en la vida de las sociedades iberoamericanas,
se ha ido consolidando como el principal medio de difusión de masas.
Como características comunes debemos señalar el carácter
comercial del medio y la estrecha relación que históricamente
ha guardado con los gobiernos de turno, tanto civiles como militares. Hoy
como ayer, son millones los latinoamericanos que encienden, día tras
día, sus televisores para entretenerse e informarse.
En sintonía con el investigador australiano John Sinclair (2000),
constatamos que si bien cada país tiene su propia historia del desarrollo
de la televisión, en el caso de América Latina,
es posible observar tres etapas comunes a todos las naciones.
A saber:
Primera etapa: correspondiente al período de implantación
de la televisión durante las décadas de 1950 y 1960.
Esta fase se caracterizó por el “apoyo” prestado por
las redes de radiotelevisión estadounidenses (NBC, ABC y CBS)
a la consolidación del nuevo medio bajo el modelo comercial. Asimismo,
la influencia de las empresas norteamericanas en el Centro
y el Sur del continente americano se hizo notar en la exportación
de programas y en la inversión de capitales para la creación
de emisoras (la presencia del consorcio Time-Life en el grupo O Globo
de Brasil, por ejemplo) y en productoras de televisión (como
sucedió en Argentina).
Segunda etapa: caracterizada por la madurez
de la industria televisiva, tiene lugar en los años 70 y
80. Se trata de mercados nacionales consolidados con una importante
producción propia de programas que en algunos géneros,
como las telenovelas, se exportan de una manera generalizada..
Tercera etapa: Las emisiones televisivas vía
satélite llegan hasta los hogares más remotos. Asimismo,
la distribución de señales de televisión por cable
alcanza en algunos países (por ejemplo, Argentina) cuotas de penetración
altas.
En este nuevo escenario los grandes productores latinoamericanos están
formando alianzas con empresas globales, por ejemplo Televisa
(México) y Globo (Brasil) con la compañía
de Rupert Murdock, News Corporation y Sky Latin America en DTH
(Televisión Directa al Hogar). En consecuencia, las audiencias se
internacionalizan y, al mismo tiempo, se fragmentan.
Como singularidad del continente puede decirse que grandes mercados de la
región están dominados por cadenas de televisión que
poseen un doble rol de productoras-emisoras de programas.
Dentro de la producción televisiva de los países que componen
el mosaico iberoamericano, cabe destacar un género propio de formato
televisivo que los países productores de América Latina exportan
hoy a todos los continentes y por los que la televisión latinoamericana
es conocida: la telenovela. Según el investigador
mexicano Guillermo Orozco (2002), se trata del “producto más
distinguido” de la programación latinoamericana puesto
que, la telenovela, “además de reflejar rasgos de identidad,
aglutina grandes audiencias frente a los televisores, provocando distintos
sentimientos y evocando diversas aspiraciones”.