La internacionalización de los programas es una tendencia observable
a lo largo de la historia de la televisión.
La Europa de posguerra, un continente partido en dos, fue el escenario donde
surgieron dos grandes redes de cooperación técnica e intercambio
de información y programas. Por un lado, Eurovisión,
creada por la Unión Europea de Radiodifusión (UER)
a mediados de los años ’50. Por otro, Intervisión,
en parte, una respuesta de la comunista Organización Internacional
de Radio y Televisión (OIRT) a la apuesta de la UER. Años
más tarde, en 1993, el cambio de las relaciones políticas
y la desintegración del bloque soviético propiciarían
la fusión de la OIRT con la UER.
Por su parte, en el continente americano venía funcionando, desde
1946, la Asociación Interamericana de Radiodifusión
(AIR). En el resto de las regiones se fueron conformando asociaciones
similares: la URTNA africana (1962), la ABU asiática (1964), la ASBU
para los países árabes (1969), la CBU caribeña (1970),
etcétera.
Gran parte de los intercambios entre países y entre organismos internacionales
se basa en la difusión de programas a través de los satélites
de comunicaciones. Así, desde el lanzamiento del primer satélite
sputnik, en 1957, y de satélites
cada vez más perfeccionados, estadounidenses, rusos, luego europeos,
japoneses, etc., los intercambios de informaciones y de programas se multiplican
(Flichy, 1993).
Con el correr de los años la relación televisión-satélite
fue dando fruto a una escalera de hitos históricos. En julio de 1962,
el Telstar I, permitió “viajar”
a una imagen televisiva entre EEUU y Europa. Un año después,
el primer satélite geoestacionario, el Syncom III,
permitió a estadounidenses y europeos seguir los Juegos Olímpicos
de Tokio de 1964. Años más tarde, tuvo lugar la publicitada
“primera transmisión planetaria”: el
programa Nuestro Mundo se difundió en simultáneo para 31 países.
Ante estos avances, los gobiernos vieron la necesidad de crear una red mundial
de satélites de comunicaciones. El Early Bird,
puesto en órbita en 1965 por el consorcio privado internacional Intelsat,
fue el primer satélite que tuvo esa finalidad..
También por esos años hicieron su aparición los satélites
de difusión directa (DBS, Direct Broadcast Satellite), los
cuales permitían la difusión de una decena de señales
de televisión hasta antenas parabólicas “domésticas”
y de éstas al televisor.
Hacia 1989, la fusión del decano de los satélites europeos
de televisión, Sky Channel, con el consorcio
British Satellite Broadcasting, dando nacimiento a BskyB
(hoy, Sky Digital), dio el pistoletazo para la
segunda generación de operadores televisivos vía satélite.
En poco tiempo la creación de diversas plataformas multicanales vía
satélite en todos los países fue un hecho.
Un paso más se dará cuando las plataformas satelitales se
digitalicen totalmente. Así, en EEUU se lanza, a mediados de 1994,
Direct TV. Mientras que en la UE, Canal Satellite Numérique,
filial de Canal Plus (Francia), se convertirá en la primera
plataforma digital europea.
Al finalizar el 2000 un informe auspiciado por Eutelsat indicaba
que en los países de la UE se contaba con 15 millones de receptores
de televisión por satélite; siendo los británicos (cinco
millones), los franceses (tres millones), y los italianos y españoles
(dos millones cada uno) sus principales usuarios.