Concluida la II Guerra Mundial, Gobiernos y los sectores
industriales ligados a la televisión (compañías emisoras
y fabricantes de aparatos receptores) volvieron su mirada a la pequeña
pantalla en un contexto de recuperación social, económica
y tecnológica. Por entonces, en muchos países europeos fueron
frecuentes las pruebas públicas de televisión con la finalidad
dar a conocer el nuevo medio. Así, en España,
la empresa holandesa Philips y la corporación estadounidense
RCA organizaron en 1948 sendas exhibiciones
públicas de televisión en Barcelona y Madrid
respectivamente.
En Gran Bretaña, la emisora pública BBC
remozó sus instalaciones y volvió a transmitir imágenes
a mediados de 1946. A este nuevo comienzo le siguió
un desarrollo lento y constante: sólo en 1960 se completó
la cobertura de todos los rincones de las islas, y en 1962 se contabilizaron
cerca de 12 millones de televisores.
En Francia, si bien las tropas de ocupación nazis
pusieron nuevamente en funcionamiento los estudios parisinos hacia 1943,
los pocos telespectadores franceses de entonces pudieron disfrutar de doce
horas semanales de programación regular del primer canal público
recién en el otoño de 1947; con anterioridad,
las fuerzas políticas francesas habían promulgado la nacionalización
de radiodifusión gala.
En el lado occidental y capitalista de una Alemania derrotada
y dividida en dos, los Aliados impusieron a la radio y televisión
alemana la descentralización por länder, dando lugar
a uno de los sistemas federales más complejos del mundo. En diciembre
de 1952, la Nordwest Deutscher Rundfunk
fue la emisora pionera de este nuevo comienzo.
Del otro lado de “la cortina de hierro”, los estudios de Moscú
volvieron a poner imágenes en el aire de forma irregular a partir
de mayo de 1945 para, finalmente, regularizar las transmisiones a partir
de 1948.
En los EEUU el crecimiento económico de posguerra
tuvo su correlato en el crecimiento del número de emisoras, horas
de programación y televisores en los hogares. Algunos de los programas
creados en ese entonces se revelarían clásicos con el paso
de los años (por ejemplo, El show de Sullivan o Martín
Kane, detective privado). Por su parte, la FCC, estableció en
1947 la normalización técnica
de todas las emisiones televisivas, lo cual dio lugar al reinicio de la
expansión del medio por todo el país.
A medida que los servicios de televisión se regularizaron fueron
ganando fervorosos televidentes allí donde comenzaban las emisoras
y estableciendo un novedoso equilibrio en relación
a los otros medios de comunicación de masas (prensa, cine y radio).
Asimismo se perfilaron dos modos diferenciados de entender la televisión
en Occidente: mientras que en los EEUU, y luego en Iberoamérica,
la industria televisiva se asentó en redes de empresas privadas
y comerciales en competencia (cuyas cabeceras eran la ABC, la NBC y
la CBS), en la Europa del Oeste de posguerra la reconstrucción
implicó la construcción de fuertes sistemas públicos
y nacionales de radio y televisión.