Al dar sus primeros pasos el medio televisivo, inmediatamente
surgió la pregunta: ¿es la televisión
un instrumento útil para apoyar los procesos de enseñanza y aprendizaje?
Desde entonces numerosos debates e investigaciones han procurado dar con
una repuesta a este interrogante que no parece tener una respuesta rotunda.
Un informe elaborado por la empresa GECA (Gabinete de Estudios de la Comunicación Audiovisual),
a mediados de los años 90, para la Secretaría de Educación de España, señala
que "los niños que ven una programación
educativa de calidad de forma regular aprenden
más y mejor que los que no la
ven; también se demuestra que la ayuda
de un educador, padre o maestro durante el visionado de los programas
mejora la calidad de aprendizaje del niño" (GECA, 1995).
La emisora pública japonesa, NHK (Nippon Hoso Kyokai), y el
Premio
Japón, el más prestigioso premio de programas educativos de todo
el mundo, encargaron en 1993 un estudio sobre el estado de las emisiones educativas a nivel mundial. Los principales
problemas que entonces fueron denunciados -la violencia presente en los
programas para menores, el incremento de la publicidad en las franjas horarias
dedicadas a niños y adolescentes, y la poca importancia que en general se
le da a la programación infantil en las televisiones- parecen haberse agravado
en el transcurso de los últimos diez años. Además, dicho informe subrayó
la escasa cantidad y variedad de programas existente para los púberes.
Sin embargo, este panorama poco halagüeño tiene sus matices... Algunos países
-tal es el caso, por ejemplo, de Reino Unido, Japón, Australia o, en nuestra comunidad lingüística,
México- vienen invirtiendo desde hace décadas
grandes sumas de dinero, millones
de euros por año, en la producción y emisión de programas de televisión
educativos que vinculan sus programaciones con los contenidos específicos
de uno o varios cursos lectivos.
Así, desde el punto de vista de la programación es posible distinguir:
En las últimas décadas, la irrupción de la televisión por
cable y de las plataformas de televisión vía satélite directa al hogar
han propiciado el crecimiento
exponencial de la cantidad de horas de programación ofertadas. Si bien es cierto
que en su mayor parte éstas están dedicadas a ampliar una oferta de contenidos
basada en el ocio y el entretenimiento (deportes y películas principalmente),
también lo es que los espacios dedicados a la formación y a la educación
se han incrementado levemente (en buena parte por el esfuerzo de las televisiones
autonómicas).
Por otra parte, Internet en su
versión banda ancha se presenta como la última promesa que permitirá
a la producción, ya no audiovisual, sino multimedia, vencer el obstáculo
de la distancia para llegar a individuos, empresas y centros de formación
con contenidos al servicio de los sistemas de educación
reglada, la formación permanente
y el reciclaje profesional,
como es el caso de los propios programas educativos del CNICE, iniciativa
pública a la que, sin ir más lejos, el propio proyecto MEDIA pertenece.