Un comentarista dijo que todo en televisión está concebido
como entretenimiento del espectador. De esta manera, sea cual sea el género
o formato debe añadírsele una pátina de disfrute
y entretenimiento. Es probable, pero sea como fuere no cabe duda que
estos programas son, en sí, una antología de los momentos propios de la
televisión.
Empecemos por el comienzo: la gran mayoría de los programas
que la gente entiende como "de entretenimiento" se realizan en el plató.
Pero obsérvese que el plató es
un espacio que marca los límites
específicos del realismo televisivo, un espacio hiperrealista pero que
es al mismo tiempo absolutamente artificial. Un espacio opaco, sin ventanas
exteriores, encerrado en sí mismo, que transmite algunas de las especificidades
del lenguaje televisivo.
Podría decirse que los programas de entretenimiento basan sus
contenidos en cuatro grandes conceptos: la sorpresa, el humor, el
sentimiento y la emoción.
La
sorpresa es el gancho de cualquier programa. Pero en la conservadora
industria televisiva española parece que la novedad está reñida con las
buenas audiencias. Por eso los programas se asemejan y la tendencia es la de comprar formatos de probado éxito en el extranjero.
Tras casi 50 años de televisión en nuestro país, todavía permanece como
máximo éxito, el formato creado por Chicho Ibáñez Serrador del concurso
"Un, dos, Tres", y éste es un logro de los años 70.
El
humor. No puede haber entretenimiento sin humor. Los talk-shows, los
programas de variedades y de entrevistas, incluso algunos concursos, han
servido para plantear una inversión
transgresora de la normalidad a partir del humor. Los modelos de representación
de humor han ido conformándose a lo largo de la Historia de la Televisión.
El rupturismo y la conformación de un humor puramente televisivo en España
se debió a lo largo de los años al talento de humoristas dela talla de Tip
y Coll, Martes y Trece o Faemino y Cansado, sin olvidar en otros registros
a Chiquito de la Calzada, Los Morancos o Cruz y Raya. El humor político y de crítica
social fue desarrollado en sus trabajos como presentadores por El Gran
Wyoming, Andreu Buenafuente y Manel Fuentes, entre otros. Algunos supieron
limitarse a los condicionamientos escénicos; decorados austeros, bajos presupuestos
frente a un humor de alto presupuesto como los guiñoles de Canal + que aportan
sus dosis de crítica y radicalidad.
El
sentimiento define el nivel de interrelación
entre espectador y programa. En otras palabras, la manera en que un
programa nos implica como espectadores. Por ejemplo, los concursos de conocimientos
conllevan un sistema de preguntas que permiten al espectador participar desde casa. En "Gran Hermano"
se procede a mostrar vídeos sobre determinada polémica tras ser brevemente
anticipados y retrasando su visionado a lo largo de la emisión. Se crean
así dinámicas para el consumidor
orientadas a incrementar su nivel de fidelidad y aceptación.
La
emoción es el componente de identificación
entre espectador y programa. Tampoco la televisión puede prescindir
de transmitir emoción: desde los llantos
por el amor recuperado a las alegrías
de los premios de los sorteos de lotería de navidad; sin olvidar otras facetas
de las alteraciones afectivas muy presentes en la televisión contemporánea
como la agresividad o la ira. Los sentimientos humanos en general
sirven para crear esa vinculación entre espectador y programa, presentando
problemas y dramas personales como elemento de atracción, cuando no como
objeto mismo del espacio.