Los
productos de consumo forman parte,
junto con los industriales, de la categoría de productos tangibles, artículos que podemos ver y tocar. Piensa tú
algún ejemplo. Bien. Alimentos, electrodomésticos, ropa... Como la mayoría
de ellos se crean para un público muy numeroso, los anunciantes necesitan
un recurso comunicativo que haga llegar su mensaje a cada individuo sin
que la inversión sea desproporcionada.
La
publicidad es ese recurso, incluso se
puede afirmar que su evolución esta íntimamente ligada a los productos de
consumo masivo. Entre ellos hay grandes diferencias, ya que su prescripción,
compra y consumo no son idénticos; tampoco su duración ni, consecuentemente,
el comportamiento que desencadenan. Se ve más claramente con una clasificación.
Antes de que la leas, un comentario sobre los ejemplos: el mismo tipo de
artículo puede pertenecer a distintas categorías, según sus características
específicas y su posicionamiento. Una prenda de ropa puede ser un producto
funcional o uno de estatus, lo mismo ocurre con las marcas de coches y hasta
de muebles.
1. Productos funcionales
Son productos de uso cotidiano que, en muchos
casos, obligan a una compra en un periodo
normalmente reducido (diaria, semanal, mensual ...) y concreto de acuerdo,
por una parte, con la caducidad del bien y, por otra, con las posibilidades
o costumbres. Ejemplo: pan, detergente o algunos productos de higiene personal.
Suele tratarse de productos poco
diferenciados en cuanto sus características tangibles. Por eso el comprador
tiende a comprar otro parecido al que buscaba si no lo encuentra en el punto
de venta, o bien el que está en oferta. En estos casos se trabaja para diferenciar
el producto vía marca. Se invierte en darle notoriedad y convencer mediante
las novedades y las ventajas que aporta frente a los demás. De esta forma
se trabaja la fidelidad del consumidor.
2. Productos de impulso
Se
trata de caprichos que el comprador
se permite de vez en cuando. No están en su lista de la compra, pero cuando
los ve reacciona a la tentación. Dulces, aperitivos, música ... Aprecia
la marca y conoce bien el producto. El problema es que incluirlo en el carro
o la cesta le hace sentir culpable ya que, en el
fondo, piensa que no lo necesita realmente. Para contrarrestar este sentimiento
el anunciante se dirige a él con mensajes reafirman su personalidad y le recuerdan que se lo merece.
3. Productos de alto precio
Representan las grandes
compras de cada momento de la vida. Las más importantes son la vivienda
y el coche. Se trata de bienes
de larga duración sobre los que el comprador se informa y a menudo consulta.
Se busca una compra adaptada a las necesidades y aspiraciones en calidad,
estilo y precio.
La publicidad de estos productos proporciona información
concreta, incluso detallada y comparada, además cuida la imagen del producto
yla fiabilidad del servicio que completa la oferta.