¡Atención, entramos en zona de turbulencias! A menudo, el mensaje
publicitario alimenta acalorados debates entre los defensores de su función
dinamizadora esencial, que abarca desde lo económico a lo social,
y los detractores de sus desmanes, que ven en sus mensajes cantos de sirena
que pueden hacer peligrar nuestro libre albedrío. Como en todos los
debates encendidos, ambas posturas tienden a radicalizarse cuando se encuentran.
La publicidad es una producción humana y, por lo tanto, sujeta a
sus mismas virtudes y a sus mismos defectos pero, además, es una
herramienta de comunicación poderosa. Por esa razón la sociedad
se ha dotado de instrumentos para salvaguardarse de potenciales abusos,
no sólo herramientas legales, sino también códigos
profesionales de autocontrol que parten de los propios profesionales de
la publicidad en pos de una comunicación responsable.
Aquí te ofrecemos algunas pistas para que puedas elaborar tu propio
criterio que es, en último término, nuestra mejor garantía
y nuestro mejor aliado para defendernos de las malas prácticas publicitarias,
y de sus eventuales perjuicios, y beneficiarnos y disfrutar de la buena
publicidad.