La crítica sobre los fenómenos que nos afectan es una
consecuencia natural de la condición humana. En la actualidad este ejercicio
de libre manifestación del pensamiento se defiende y articula a través de
las leyes, los medios de comunicación y el entramado asistencial público
o privado existente. Se trata de garantizar la libertad de ejercer la crítica
social, de hecho, éste es un elemento característico del mundo democrático
y económicamente desarrollado frente al llamado tercer mundo.
La publicidad es un fenómeno propio del los países ricos, aunque no exclusivo, y probablemente uno de los que más quejas recibe; de ellas sólo un cierto número se transforma en denuncias. El debate sobre la publicidad se mantiene en paralelo a una presencia creciente, tanto en los medios tradicionales como en los nuevos, combinando en ambos los viejos formatos con los más recientes.
Si el ejercicio de la crítica es, por tanto, algo natural en nuestra sociedad, cabe esperar que surja especialmente cuando se trata de hablar de algo que es omnipresente, que busca nuestra reacción y que, salvo excepciones, nos llega sin que lo hayamos solicitado. Por otra parte, criticar la publicidad no supone un compromiso específico, puesto que en la mayoría de los casos se hace en términos globales, como ocurre con otras realidades consideradas excesivas o molestas. Hacerlo está incluso bien visto, nos hace aparecer como alguien de criterio independiente. Por el contrario, ¿quién se atreve a decir que le gusta la publicidad?
Te proponemos organizar las críticas más frecuentes en dos grupos: