La prehistoria de la publicidad nos lleva a los mundos
antiguo y feudal donde los reclamos orales y escritos formaban parte de
un sistema social basado en la esclavitud y el vasallaje. Como en cada época,
la economía y la sociedad explican la forma de comunicarse y los soportes
utilizados para informar y persuadir. Incluso en un sistema autárquico,
agrícola y de subsistencia, sin apenas mercados exteriores y donde se lucha
por cubrir las necesidades básicas, las
gentes encontraban la forma de reclamar la atención sobre lo que les interesaba
dar a conocer. Podían hacerlo gritando y señalando en las calles, en
los reducidos mercados locales, en lo que podemos considerar las primeras
tiendas y en las ferias anuales.
1. El reclamo oral
2. El reclamo escrito.
En las ciudades y demás emplazamientos era preciso dar a conocer dónde se encontraban los lugares oficiales, religiosos y también los que ofrecían productos o cualquier servicio. Para hacerlo empleaban las señales, en cierto modo un antecedente de lo que hoy llamamos identidad visual corporativa (ver epígrafe 2.6.). Tanto los gremios, organizados por calles, como los comercios, que se van situando en lugares más dispersos, se identifican mediante enseñas y carteles. Las primeras son señales de carácter figurativo y simbólico que se situaban en las entradas de calles, tabernas y comercios. Las más evolucionadas eran placas de hierro o madera adornadas que colgaban en un avance hacia la calle o sobre la pared, ¿no te recuerda a la señalización de tiendas, bares y todo tipo de establecimientos actuales? Esta fórmula prolifera a lo largo de la Edad Media debido a la expansión de la actividad comercial interior y a que cumplen su función comunicativa a pesar de analfabetismo.En la Edad Media las fórmulas de reclamo escrito eran infrecuentes y las que circulaban tampoco contenían referencias comerciales. Sólo los libreros creaban sus carteles para poner el título y el precio de las obras que vendían.