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5.3 Distribución
La figura del distribuidor surge en la industria cinematográfica cuando se hace necesario un intermediario entre el productor y el exhibidor. Esta necesidad surge en el momento en que el productor de películas comienza a disponer de un gran stock (almacén) y los films empiezan a ser más largos de duración. El productor no puede encargarse de la comercialización de su trabajo. Por eso el distribuidor viene a ocupar un puesto relevante en el negocio del cine.


Desde los primeros años Edison pretendió controlar al máximo el negocio, lo que le llevó a enfrentarse con una serie de productores-empresarios independientes que buscaban otras alternativas para sus películas. No todo consistía en producir, sino que era fundamental hacer circular las películas y de la forma más adecuada para que fuesen lo más rentables posibles.

El primer paso importante lo da Adolph Zukor en 1916 a través de la Famous Players/Paramount. Las películas tenían que encontrar sala e implantó dos fórmulas conocidas como la contratación "por lotes" y "a ciegas". La primera suponía que el empresario de sala tenía la obligación de llevarse junto con la película importante otras de menor relieve; la segunda suponía que el exhibidor contrataba la producción anual de un Estudio sin saber qué películas llevaría a cabo. Estas formulas estarían oficialmente en vigor hasta que se aplica la ley anti-trust en 1949, lo que suponía que las productoras tenían que desvincularse de los otros dos sectores. El monopolio nunca llegó a desaparecer dado que las productoras, bajo empresas aparentemente diferentes, continuaron controlando el negocio del cine.

La distribución se mueve a partir de los cincuenta entre el control que ejercen las multinacionales —desde los grandes Estudios- y los independientes, distribuidores que pretenden conseguir huecos en las salas para aquellas películas que surgen de propuestas más arriesgadas, creativamente hablando, y que son impulsadas por productores independientes. El pulso que se mantiene entre las dos propuestas se decanta con el paso de los años hacia el control casi absoluto por parte de las grandes firmas de producción, porque no sólo deciden sobre la distribución sino, también, sobre la exhibición, pasando a controlar numerosos circuitos de salas en todo el mundo.

Es así como se consolida el producto estadounidense sobre el del resto del mundo. El monopolio mundial que se ejerce sobre la distribución de películas —las consideradas como majors (las grandes) acaparan el 90 por ciento de la distribución mundial- impide la subsistencia de empresas en cada país capaces de disponer de una lista lo suficientemente amplia como para poder existir, además de que le permitan tener un hueco en la programación de una determinada sala. Por este motivo, se aprecia que desde los años ochenta algunas distribuidoras comienzan a producir y, finalmente, se adentran en el sector de exhibición como única posibilidad para que sus películas y otras puedan tener una salida al mercado que se ajuste más a sus posibilidades.

El sector de distribución, con el paso de los años, se encuentra con nuevas ventanas de comercialización que exceden a la propia sala; la televisión, el vídeo, DVD, el ordenador... se convierten en futuros canales que deben ser contemplados de cara a la explotación de una película. Estos nuevos canales han influido notablemente en la estabilidad del sector clásico de exhibición, al presentarse como alternativas de consumo que las nuevas generaciones pretenden aprovechar porque, inevitablemente, se presentan más económicas.