Todos los que intervenían en las primeras imágenes filmadas no dejaban de ser ciudadanos que eventualmente pasaban por delante de la cámara del operador de turno. Cuando las historias comienzan a tener un argumento dramático o cómico- se necesitan actores rostros- que den en pantalla la interpretación precisa del personaje que representan. Es así, como poco a poco los actores que sobreviven en el más puro anonimato durante muchos años- pasan a convertirse en estrellas y a ser reclamadas por los espectadores de todo el mundo.
La importancia de los actores-estrellas se manifiesta en la organización de la producción de una película, pues en la mayoría de los casos sobre todo en el cine estadounidense- algunas películas funcionan en taquilla por contar, especialmente, con un actor. Es así como de ser personajes anónimos pasan a dominar el contexto de una producción, lo que influye en su emolumentos: los salarios de las estrellas van creciendo con el tiempo hasta alcanzar las cifras astronómicas que se manejan a finales del siglo XX.
A lo largo del periodo mudo sobresalen muchos actores de la talla de Charles Chaplin, Douglas Fairbanks, Ramon Novarro, Buster Keaton o Lon Chaney. Su proyección social repercute en otros sectores que, inmediatamente, aprovecha la industria de Hollywood para complementar su popularidad. Salvo algunas circunstancias muy concretas, se debe decir que es a partir de la década de 1920 cuando la popularidad de una estrella arrastra consigo todo lo que pertenece a su mundo privado en el que, aparentemente, todo está permitido porque su trabajo se tiene que complementar con fiestas, juego y otros entretenimientos. Es así como se van construyendo las figuras desde la intervención de Errol Flynn, Fred Astaire, Humphrey Bogart, John Wayne, Gary Cooper, Frank Sinatra o Jack Lemmon, hasta los trabajos de Marlon Brando, Robert de Niro, Clint Eastwood, Arnold Schwarzenegger, Kevin Costner, Tom Cruise y un largo etcétera. Cada personaje no sólo da cuerpo a numerosos personajes sino que también proyecta múltiples argumentos en torno a su vida que trasciende a la sociedad y que son seguidas con apasionamiento.
La humanidad y acciones benéficas, la entrega por la familia, los romances, la tragedia que rodea a los niños de Hollywood... son muchos los ríos de tinta que han corrido en las páginas de los diarios y revistas especializadas, y muchas las horas dedicadas en las emisoras de radio y en los espacios de televisión como para no entender el alcance de sus imágenes y acciones, y no sólo en el día a día, sino también en los momentos que el país demanda su apoyo en acontecimientos patrióticos de gran importancia (recuérdese la visita que muchos actores y actrices realizan a las tropas estadounidenses en los diversos conflicto bélicos en los que se han visto inmersos los Estados Unidos de América: desde Clark Gable hasta Robin Williams).
Y si las estrellas estadounidenses son las más recordadas a nivel mundial, por la proyección indiscutible de su cine, también cabe recordar algunos de los nombres que más han brillado en otros países como los británicos Charles Laughton, Laurence Olivier y Sean Connery, los italianos Vittorio De Sica, Vittorio Gassman, Alberto Sordi y Marcello Mastroianni, el alemán Emil Jannings, los franceses Jean Gabin, Alain Delon, Jean Paul Balmondo y Gerard Depardieu, los españoles Fernando Rey y Francisco Rabal, los mexicanos Mario Moreno "Cantinflas" y Pedro Arméndáriz, o el japonés Toshiro Mifune, y así hasta completar la larga nómina de actores protagonistas y secundarios, sin los cuales, por mucho que lo buscaran, los productores y directores, jamás hubiesen podido realizar ninguna película.