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8.4 El cine en televisión
El cine
es el género televisivo de ficción más polivalente y versátil. La larga duración que tienen los largometrajes, entre hora y media hasta tres horas, su asociación simbólica a elementos artísticos del que carecen el resto de los productos televisivos y el potencial que tienen sus reemisiones posteriores dotan al cine de un valor estratégico para los programadores.

El cine propiamente dicho posee todos los atributos que permiten a un programador preparar su parrilla con relativa tranquilidad, hasta el punto de que programar cine supone, las más de las veces, asegurarse unos índices de audiencia que cumplan la media esperada por la cadena. Y si atendemos a su duración media (90 – 110 minutos) que con los respectivos cortes publicitarios alcanza entre dos horas y dos horas y media de programación, supone en muchos casos cubrir una franja entera de la parrilla.

Cierto es que los costes de los derechos de emisión de una película en televisión para los horarios nocturnos son elevados, alcanzando habitualmente los 500.000 euros por pase. En ocasiones los derechos se disparan y superan el millón de euros, algo que ocurrió con Titanic y dificultó la rentabilidad de la compra.

Los buenos resultados de audiencia han consolidado que todas las emisoras posean en los horarios nocturnos dos o tres espacios cinematográficos a la semana. Es el lugar que se reserva para el cine más reciente, casi siempre de origen norteamericano y en unas pocas ocasiones español. El calificado como para todos los públicos es trasladado a las tardes de los fines de semana o de los festivos. El cine más clásico a programas especiales nocturnos, a la madrugada o, como sucede con casi todo el cine en blanco y negro a los canales temáticos.

El cine europeo prácticamente ha desaparecido de las pequeñas pantallas españolas y el cine clásico, y siempre en color, ha visto muy reducida su presencia, situándose en la programación de las segundas cadenas, en la tarde de los fines de semana en televisiones estatales y autonómicas o en la programación de madrugada.

Para ampliar las posibilidades programativas de los films, en los últimos años han proliferado los programas contenedores en los que se monta un espacio a propósito de una emisión cinematográfica. Es el caso del pionero Cine de barrio al que siguieron otros en los que por medio de una voz en off e imágenes se presenta a los actores protagonistas.

En la última década parece que los televidentes se han hecho más conservadores en hábitos cinematográficos: en la actualidad únicamente consiguen buenos datos de audiencia el de reciente producción, es decir realizado en la última década y de géneros muy concretos, acción, comedias y románticas; y por supuesto ser productos de Hollywood, pudiéndose contar con los dedos de la mano las películas españolas que han conseguido buenos índices de audiencia. Pero incluso filmes de relativo éxito comercial y reconocido prestigio como La lista de Schindler consiguen resultados discretos de audiencia por ser en blanco y negro (y de ahí que durante un tiempo fuese práctica habitual colorear digitalmente los films del pasado).