Ubicado en la cabecera de la Capilla del Condestable de la Catedral de Burgos. Obra de Diego de Siloé y Felipe de Vigarny, policromada por León Picardo. Esta obra se realiza entre los años 1523 y 1526. Es el último retablo que se hace para la capilla. La ejecución de las piezas escultóricas se repartió entre los dos escultores, pudiéndose apreciar que existen obras de los dos en cada parte del retablo.

En la predela, flanqueados por las pequeñas figuras de los cuatro Evangelistas, sobre ménsulas , se encuentran tres cajas-hornacinas, cobijadas por doseles con reminiscencias góticas, pero acabados con labor de “candelieri”.

En estas hornacinas se encuentran tres relieves, de derecha a izquierda del retablo son; la Anunciación, el Nacimiento y la Visitación, los tres obra de Diego de Siloé.

En el gran escenario del cuerpo central, flanqueada por dos grandes columnas abalaustradas, y cubierta con cúpula ovalada, se representa la escena principal del retablo: la Purificación o Presentación del Niño en el Templo. Las figuras de la Sagrada Familia y la doncella de las tórtolas son de Diego de Siloé. Las figuras del Sacerdote y de la Profetisa son de Felipe de Vigarny.

En el ático, sobre la vertical de las columnas anteriores, se ubican las figuras de la Iglesia, obra de Diego de Siloé, y de la Sinagoga, obra de Felipe de Vigarny.

En el centro del retablo se encuentran tres hornacinas con doseles de “candelieri”, separadas pos columnas marmorizadas. En la hornacina central se encuentra Cristo atado a la Columna, obra de Diego de Siloé, en la hornacina derecha la Oración del Huerto, obra de Felipe de Vigarny, y en la hornacina de la izquierda Cristo con la Cruz a cuestas, obra de Felipe de Vigarny.

Rematando el retablo se encuentran las figuras de la Virgen y San Juan Evangelista, obra de Felipe de Vigarny, que descansan sobre unos cuernos de la abundancia y flanquean un gran Crucifijo gótico preexistente, que remata el conopio del arco de piedra que cobija al retablo. Delante de estas figuras, y bajo el Crucifijo, se dispone un frontón que cobija a dos angelotes y una gran cabeza de querubín.

La mazonería del retablo se orna con elementos de gusto renaciente: “candelieri”, grutescos, columnas abalaustradas, metopas, roleos clasicistas, cabezas de querubines, guirnaldas, etc.

Las alteraciones de esta obra eran semejantes a las de los otros retablos, aunque el cúmulo de humos por el uso de velas y las alteraciones consiguientes eran mucho mayores.

La intervención igualmente, consideró la obra como museística, por lo que primaron las labores de conservación: Eliminación de suciedad, asentado de policromías levantadas, desinsectación, consolidación tridimensional y mecánica de la madera, aparejado de lagunas perturbadoras, entonación cromática y barnizado protector.