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4.7 La edición
Desde el punto de vista del lenguaje audiovisual el montaje, tal como puede verse en el epígrafe de Montaje de Media Cine, es el proceso de ordenación de un material con el fin de obtener un programa continuado, sin imágenes o sonidos inútiles o mal colocados. El montaje en soporte electromagnético o digital característico de la televisión suele denominarse con el nombre de edición o editaje.

El sistema más simple de edición se lleva a cabo con dos magnetoscopios. Uno reproductor y el otro grabador. En el primero situamos la llamada cinta master, aquella que posee todos los brutos de la grabación, y en el grabador se coloca la cinta donde haremos el montaje final de imágenes.

La operación de edición propiamente dicha consiste en establecer los puntos de inicio y final del plano y marcarlos como puntos de edición. Ambos magnetoscopios han de  sincronizarse para que ésta se haga con perfecta calidad en los puntos de edición establecidos. Para ello los magnetoscopios retroceden unos metros de cinta en lo que se denomina pre-roll que es algo así como tomar carrerilla para que cuando lleguen los puntos de entrada, ambos magnetoscopios estén ya sincronizados a la misma velocidad.

El funcionamiento de estos dos magnetoscopios se controla por la llamada mesa de edición a la que ambos van conectados y constituye una sala de edición por corte. Si disponemos de una mesa que nos permite conectar tres magnetoscopios, dos de ellos para reproducción y un tercero para grabación, el número de posibilidades de edición aumentará considerablemente, pudiendo incluirse fundidos encadenados. Este tipo de salas recibe el nombre de salas de edición A-B Roll.

Un elemento muy útil para las operaciones de edición es el código de tiempos. Éste es una señal generada por un reloj del sistema que se inscribe en la cinta permitiendo localizar con absoluta exactitud cualquier punto de ella. Esta información se graba en la pista de órdenes como un número con formato horas:minutos:segundos:frames y se visualiza en la parte inferior de la imagen. En una mesa de edición programable, el código de tiempos se usa para designar los puntos de edición.

Hoy en día han ido proliferando las ediciones no lineales, por supuesto inexcusables en los procesos de edición profesionales pero a nivel más modesto también las encontramos en los sectores y mercados domésticos,. En esencia, en la actualidad consisten en el uso del ordenador para editar los vídeos. Las ventajas son enormes pues una vez capturado el contenido del vídeo en un disco duro se puede organizar y ordenar las escenas de una forma parecida a como se trabaja con los párrafos en un editor de texto. Su función inicial no era otra que la de ahorrar costes de producción trabajando con sistemas menos profesionales (más baratos) antes de pasar a la edición final sobre sistemas de edición profesional, cuyo alquiler por hora de producción era mucho más costoso.

Al estar el vídeo digitalizado, podemos ir instantáneamente a cualquier punto de la grabación. El programa editado puede mejorarse espectacularmente con el añadido de todo tipo de efectos. Las transiciones pueden ser mucho más vistosas que los simples fundidos y cortinillas. También podemos añadir gráficos y todo tipo de animaciones. Lo más importante del proceso es la tarjeta de captura, con salidas de vídeo para reproducción y así tener la posibilidad de volcar el vídeo a cinta. Además hace falta el software de edición, necesario para organizar las escenas según el orden que queramos y añadir los efectos con los que vayamos a adornar la producción.