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4.4 El magnetoscopio
Durante décadas los programas televisivos se emitieron en directo sin ningún sistema de almacenaje. Centenares de obras de teatro y novelas, informativos, programas educativos o de entretenimiento únicamente sobreviven en la memoria de aquellos que los hicieron o que los vieron.

Para remediar las dificultades que conllevaba esta anómala situación, la industria televisiva estadounidense ‘exigió’ que alguien inventara un sistema para almacenar las imágenes electrónicas que captaban las cámaras de televisión (véase el epígrafe 7 del bloque de Tecnología de Media Cine).

El magnetoscopio, conocido en la calle con la denominación de vídeo, se presentó por vez primera en un informativo de la cadena norteamericana CBS el 30 de noviembre de 1956. A la altura de mediados de los años sesenta todas las televisiones habían generalizado su uso. A su vez, los primeros magnetoscopios que tuvieron un éxito considerable en el sector doméstico comenzaron a comercializarse a mediados de los años setenta.

En síntesis, la labor de un vídeo consiste en transformar las informaciones visuales y sonoras de la señal eléctrica de la televisión en informaciones magnéticas que puedan ser conservadas en una cinta magnética. Esa labor la realizan las cabezas de grabación (véase el epígrafe 8 del bloque de Tecnología de Media Cine).

Almacenar las señales en una cinta magnética posee una serie de ventajas: en condiciones perfectas, la calidad de la grabación y de la imagen recibida es idéntica; se puede visionar inmediatamente y en algunos formatos hasta puede comprobarse en tiempo real; puede reproducirse varias veces sin deterioro excesivo; la cinta puede borrarse y volver a ser útil para grabar; puede manipularse a través de la edición; permite incluir efectos visuales que pueden ser modificados y permite copiar películas de formato cine y manipularlas – añadir subtítulos, música, adaptarlas al formato de pantalla.

Durante décadas los formatos en vídeo se establecieron en relación a la anchura de las cintas magnéticas: los formatos profesionales eran los de 2 pulgadas y 1 pulgada de ancho de cinta; los industriales los de 3/4 de pulgada (el célebre U Matic, primer sistema de vídeo cuya cinta iba alojada en una casete y cuyo genial hallazgo en 1971 posibilitó la viabilidad del mercado doméstico); y los domésticos de 1/2 pulgada tal como el VHS y antes el Betamax. Pero las cosas comenzaron a cambiar cuando en los años ochenta apareció en el formato Betacam de media pulgada de ancho de cinta pero que pese a su estrechez ha sido el sistema dominador del sector profesional durante una década.

En los últimos años han surgido con fuerza los formatos digitales, DV –Digital Vídeo-. Todo indica que estos formatos tales como el DV Profesional, el DVPro, el DVCam y el MiniDV, debido a la excelente calidad combinada de imagen y sonido y a su flexibilidad en la postproducción desplazarán, con el permiso de los de Alta Definición –HD- a los formatos analógicos y se convertirán en muy poco tiempo en completamente hegemónicos en el mercado televisivo.