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10.6 La formación permanente
Si tenemos en cuenta el poder de informar, educar y entretener que tienen las televisiones en nuestras sociedades, sin duda, la concentración en pocas manos de la producción y difusión de programas plantea un desafío político de primer orden para el funcionamiento de las sociedades.

Desde finales de los años sesenta, en Estados Unidos y Canadá, y ya en los setenta en diversos países de Europa y de Iberoamérica, han sido muchos los que han impulsado movimientos y prácticas alternativas a una televisión dominada por intereses comerciales o bajo un estricto control político (o ambas cosas al mismo tiempo), la producción en vídeo por parte de distintos grupos sociales se presenta como una alternativa al status quo televisivo. En su origen esos trabajos se denominaban de vídeocomunitario, haciendo referencia a una forma de trabajo realizada y producida por o en comunidades pequeñas. El objetivo final consiste en exponer las ideas con los elementos del lenguaje audiovisual.

Durante el transcurso de las últimas décadas, distintas comunidades accedieron a la utilización de equipos audiovisuales. Este acceso se basó en el abaratamiento de unos equipos de grabación portátiles cada vez más ligeros. Entonces, tomar las cámaras para documentar la realidad social o la intimidad familiar fue posible para un creciente número de interesados. Muchas veces las imágenes grabadas por organizaciones no gubernamentales de carácter social, comunitario, sindical, cooperativo, político, cultural étnico o religioso se convirtieron en instrumentos de intervención y denuncia al registrar acontecimientos sociales conflictivos. Además, estas imágenes contribuyeron a conformar las incipientes memorias audiovisuales de los distintas comunidades.

Al analizar cómo utilizan el vídeo los diferentes grupos sociales se observa una diversidad de propuestas y actuaciones y, a pesar de que existe un gran abanico de posibilidades de convertir el uso de los equipos audiovisuales en una manera de establecer procesos de formación permanente en grupos y comunidades, podemos establecer la siguiente tipología: 
  1. Auto-evaluación: se graban reuniones, actuaciones, ensayos... con la finalidad de exhibir los materiales internamente para analizar posturas, comportamientos, dicción, etc. No hay una exhibición pública de los materiales grabados. Parece muy adecuada para fijar un recorrido temporal tal como por ejemplo el desarrollo de las actividades de un curso académico, la puesta en marcha de una obra de teatro, etc.
  2. Intervención: definida como la acción de un grupo que, después del conocimiento de un determinado problema o crisis, decide intervenir con el uso de los medios audiovisuales. Una parte esencial tiene lugar en el momento de la visión de lo grabado y en el debate público que se establece a partir de las imágenes.
  3. Animación: consiste en un trabajo más continuado y largo y tiene conexiones conceptuales con la creación de publicaciones escritas locales. La realización de una revista audiovisual, quizá emitida en las ondas de una televisión local,  puede producir identificación emocional, cohesión y comunicación entre los habitantes de la localidad, especialmente en aquellos momentos significativos como las fiestas.

Pese a la democratización, en cuanto a la producción de imágenes en movimiento, aún resta encontrar fórmulas satisfactorias que permitan que efectivamente esos materiales vean la luz pública más allá de sus restringidos ámbitos de origen.