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1.9. La televisión digital terrestre
La generalización de los satélites de difusión directa (DBS) y de la televisión por cable (CATV) en vastas regiones del mundo, unida a la digitalización de las señales y de los servicios ofrecidos por ambos soportes, ha producido un nuevo escenario televisivo con posibilidades no imaginadas años atrás: la multiplicación exponencial de señales, la fragmentación de audiencias y el surgimiento de nuevas formas de financiación, como el abono mensual o el pago por visión, por ejemplo.

A este nuevo escenario se vino añadir, desde la segunda mitad de los años 90, el debate acerca de los cambios que traería aparejados la denominada televisión digital hertziana o televisión digital terrestre (TDT). Son numerosos los investigadores que coinciden en señalar que actualmente la televisión se encuentra ante el proceso de transición tecnológica más importante desde sus comienzos hace algo más de medio siglo, puesto que a partir de la digitalización total de los sistemas de televisión (producción, emisión y recepción de programas) emerge una serie de posibilidades que puede llegar a terminar con la televisión hasta hoy conocida.

La digitalización permite ofrecer una amplia gama de posibilidades que va desde la difusión de televisión de alta definición -el formato que ofrece la mejor calidad de imagen hasta hoy conocida- hasta la interactividad. En apretada síntesis podemos decir que la televisión digital terrestre permitirá, entre otras cosas:
  • incrementar notablemente el número de programas, servicios y señales actualmente disponibles
  • mejorar la calidad de las imágenes y del sonido de las transmisiones y de las recepciones televisivas
  • establecer servicios personalizados e interactivos (relación empresa televisiva-audiencia) de radiodifusión y telecomunicaciones
  • facilitar la convergencia entre el sector audiovisual, las telecomunicaciones y la informática.

A comienzos del siglo XXI, ya son varios los países que han comenzado a implementar planes de migración de la televisión analógica a la televisión digital. Sin embargo, esta migración exige tanto una compleja coordinación entre programadores, fabricantes de equipos receptores y operadores de redes, como cuantiosas inversiones tanto de la industria como del público televidente.

Actualmente se encuentran en juego tres normas de transmisión de televisión digital terrestre. Elaboradas por empresas estadounidenses, japonesas y europeas, estas normas -como ocurriera décadas atrás con los sistemas de televisión color concebidos en EEUU, Francia y Alemania- compiten entre sí con la finalidad de captar la mayor cantidad de mercados posibles (Albornoz y otros, 2000).

Si bien la mayor parte de los planes gubernamentales sitúa como fecha límite para que tenga lugar el “apagón analógico”, según los países, entre los años 2006 y 2012, un importante grupo de analistas del sector televisivo califica a estas estimaciones demasiado optimistas y considera que la realización efectiva del “apagón” demandará un plazo mínimo de entre 15 y 20 años (Bustamante, 2003).