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5.1.2 De la redacción a la locución
La fugacidad y la no retornabilidad que caracterizan a los mensajes radiofónicos exigen una claridad enunciativa que, como hemos visto, afecta a la redacción, pero también al proceso de transformación del texto en sonido. La radio, más que cualquier otro medio audiovisual, reclama un escrupuloso dominio de la dicción acústica y de la expresión sonora oral.

Aunque son muchas las variables que intervienen en la locución, aquí solo vamos a centrarnos en las más importantes (la vocalización, la articulación, la entonación, el ritmo y la actitud), en tanto que son las que determinan el grado de inteligibilidad de cualquier discurso verbal radiofónico. En el capítulo sobre Producción de programas encontrarás referencias más amplias sobre la locución a imprimir según el tipo de espacio al que debas hacer frente (informativo, deportivo, musical, etcétera).

La vocalización consiste, como su propio nombre indica, en pronunciar correctamente todas y cada una de las vocales que aparecen a lo largo de la cadena hablada, mientras que la articulación no es más que enunciar de una forma clara y precisa las consonantes. Sin embargo, como advierten los profesores Amparo Huertas y Juan José Perona, la conversión del habla en una mera rutina explica que, en cuestión de pronunciación, se apueste, quizás inconscientemente, por la ley del mínimo esfuerzo, sin darnos cuenta de que a menudo enlazamos erróneamente palabras ("El error es della, en vez de de ella; "Dice qu´hace frío, en vez de que hace); omitimos fonemas (integrao, por integrado); articulamos mal un sonido (esamen, en vez de examen), etcétera.

Estos errores empobrecen notablemente la dicción, por lo que en la locución debemos procurar neutralizarlos. Son vicios que se pueden corregir fácilmente, aunque para ello es necesario percatarse de su existencia y dedicar algún tiempo a la gimnasia bucal. En el libro Redacción y locución en medios audiovisuales: la radio, Huertas y Perona recomiendan, para ganar en claridad, elasticidad y flexibilidad a la hora de locutar, realizar los siguientes ejercicios:

1.- Transcribir verbalmente un texto con un obstáculo en la boca. Uno de los remedios más efectivos consiste en sostener con los dientes un lápiz o un bolígrafo en posición horizontal y leer en voz alta durante varios minutos (10 al día son más que suficientes). Este ejercicio puede resultar algo doloroso, sobre todo al principio.
2.- Abrir y cerrar la boca varias veces, hasta el límite de nuestras posibilidades.
3.- Masajear con la lengua todos los rincones de la cavidad bucal.
4.- Pronunciar un texto sílaba a sílaba, en voz alta y exagerando la gesticulación bucal.
5.- Leer un texto simulando distintas situaciones: riendo, llorando, cantando, gritando, susurrando, etc.

Como ya decíamos en otro lugar (La comunicación radiofónica), la entonación es el resultado de las variaciones de tono que se van sucediendo mientras hablamos. En el terreno de la locución radiofónica, es lógico pensar que la entonación guardará una estrecha relación con el tipo de texto que vayamos a transcribir oralmente. Sin embargo, para que tu discurso resulte atractivo y no acabe aburriendo a los oyentes, te recomendamos que huyas de la linealidad entonativa y que construyas con tu voz una curva melódica en la que se combinen distintas alturas tonales. Escucha y compara estas dos locuciones. Te será muy fácil darte cuenta de lo que aquí decimos .

En cuanto al ritmo, señalaremos que está en sintonía con los movimientos de la realidad que pretendas describir, pero recuerda que también resulta ser crucial para atraer y mantener la atención de los radioyentes, para recrear estados de ánimo, o para comunicar diferentes sensaciones. Cualquier discurso verbal presenta una estructura rítmica interna determinada por la duración de las sílabas, la longitud de los grupos fónicos y la duración de las pausas que separen dichos grupos fónicos. Por eso, en función de la sensación que quieras despertar en el oyente, la simple manipulación de la estructura rítmica interna será suficiente para que, al sonorizar un texto, en la mente del receptor generes una imagen de tranquilidad y sosiego (pausas largas, grupos fónicos extensos, etc.) o, por el contrario, una impresión de nerviosismo y tensión. Compruébalo tu mismo/a .

En relación con la actitud, avanzaremos que ésta está íntimamente ligada con la disposición del locutor a comunicar y, sobre todo, con la manera de hacer frente a la tarea verbal propuesta. En el caso de la radio, la actitud se fragua desde el momento en que el locutor se coloca ante el micrófono, y se adopta una u otra según el género programático, los contenidos que se están abordando, el público al que se dirige, etcétera.