7.4 La fórmula llega a España: Fabra

En 1867, treinta y cinco años después de que Havas montara Corresponsalía Havas, la fórmula llega a España de manos de un periodista y empresario catalán: Nilo María Fabra y Deas.

Fabra, según se recoge en la tesis de María Antonia Paz Rebollo, uno de los estudios más completos sobre la primera agencia española, es un hombre de política y tiene ideas avanzadas para su época. Fue diputado en 1876 y senador en 1890.

En 1865 pone en funcionamiento en Madrid un servicio de información que denomina Centro de Corresponsales . Él mismo recolecta las noticias, las redacta y las distribuye a sus abonados.

En 1866, el Diario de Barcelona le pide que cubra la guerra franco-prusiana. Fabra acepta y es en Viena donde toma contacto con otros corresponsales de las grandes agencias. Al finalizar la guerra pasa unos días en París, donde conoce a Auguste Havas, uno de los hijos del fundador y a su regreso a España, en 1867, y siguiendo las pautas de Havas, convierte el Centro de Corresponsales en la Agencia Fabra , a la da su apellido, como había sucedido anteriormente con los fundadores de las agencias francesa, inglesa y alemana.

Fabra, al igual que sus antecesores, es consciente de que la información tiene que llegar a los abonados con la mayor rapidez posible, por eso utiliza todos los medios técnicos a su alcance. En 1872 , según cita Víctor Olmos en su libro "Historia de la agencia EFE", Fabra instala un telégrafo óptico en Punta Tarifa (Cádiz) para recoger y transmitir la información de los buques que atraviesan el estrecho de Gibraltar, antes de que éstos lleguen a puerto. Los medios técnicos de la época no son muy seguros y Fabra, siguiendo el método de sus coetáneos, se vale, en 1874, de las palomas mensajeras. Establece palomares en Valencia, Barcelona y Palma de Mallorca.

En una carta a la dirección de Havas en París, según recoge María Antonia Paz Rebollo en su tesis, se interesa por la cría de estas aves: " En la isla de Mallorca he encontrado una especie de palomas mucho más fuertes y rápidas que las belgas, aunque no sé si tendrán el instinto de orientación tan desarrollado, porque no las he probado todavía".

Fabra, desde su sede de Vallecas, utiliza mensajeros para hacer llegar a su clientes la información, que se reparte tres veces al día: a las siete de la mañana, a las cinco de la tarde y a las ocho de la noche. Para recibir la información francesa y que los costes sean lo menos elevados posible, envía diariamente a un corresponsal de Irún a Hendaya, donde recoge la información y, a su regreso a España, la transmite por las líneas nacionales.

En cuanto al contenido de la información, Fabra quiere que los despachos estén elaborados a base de hechos, no de opiniones. "Un historiador sólo puede pintar hechos, pero no matices. Los hechos escuetos figuran en la historia, pero los matices de los mismos se diluyen entre la pasión, la obcecación y la torpeza del narrador".

Fabra, a comienzos del siglo XX, tenía como abonados a cuarenta y cinco diarios, servicio que también recibían entidades de relieve en la vida nacional como el Banco de España y la reina María Cristina.

El problema de la agencia era su dependencia internacional de la agencia Havas, que exigía a Fabra la inclusión, en su servicio, de noticias que podían ser contrarias a los intereses de España, mientras que Havas, por suparte, no tenía la obligación de hacer llegar a sus abonados las noticias que no fueran favorables a Francia. Esta dependencia "afrancesada" representó el declive de la agencia -debido a las muchas voces se alzaron contra ella- ya que representaba el único lazo de unión de España con la comunidad internacional y cuando se producía un conflicto de intereses, como la guerra del norte de África, las informaciones siempre si inclinaban del lado francés.

Esta "tiranía" francesa hace que periódicos españoles se planteen la necesidad de crear otras agencias. Así nacen Febus, Spes, Ibérica y España-América. El nacimiento de estas agencias fue un hecho importante que contribuyó a la diversidad de información, pero algunas voces reclaman la creación de una agencia española con proyección internacional. Entre ellos el director del periódico El Socialista, Julián Zugazagoitía, y el propio director de Fabra, en aquel momento Amato Ibarrola, quien escribe al Gobierno sobre "la necesidad cada vez más apremiante de organizar un servicio informativo español para el exterior", a la par que acusa a las agencias extrajeras de "estar más atentas a su propio interés político" que "a tener en cuenta la veracidad absoluta de los hechos" , según recoge Carlos González Reigosa en el capítulo "Las agencias internacionales de prensa en el mundo hispano" de su obra " El periodista en su circunstancia" que aparece recogida en la bibliografía.

 

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