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Historia de la prensa

Texto para comentar en aula

TITULO DEL ARTICULO:
“Los periódicos”

AUTOR:
Leopoldo Alas, Clarín

Publicado en: El Español, Madrid, 28 de octubre de 1899

TEMA: El periodismo como vehículo de educación popular



Muchos periodistas, para explicar la legitimidad del predominio que en la prensa del día tiene el hecho, la mera noticia, se contentan con referir lo que efectivamente pasa. Y dicen, v. gr.: “Hoy el periódico no es doctrinal, como ayer: hoy el lector tiene su opinión formada, y lo que busca es información. Las discusiones de ideas estén mandadas recoger; para la teoría, para la enseñanza están el libro y la revista.”

Esto se alega para justificar la efímera e insustancial condición de la hoja diaria, reflejo de lo que Campoamor llamaba los flecos de las ideas, los hechos desordenados, insignificantes, por sí solos, vistos en el empirismo caótico del noticierismo. (...)

Supongamos (porque sólo en hipótesis interina y al fin de la argumentación cabe dar esto por corriente) que en países muy adelantados fuera cierto y estuviera bien que el periódico se dejara de teorías, doctrinas y vulgarización de enseñanza, porque el público buscase en libros, cátedras populares, revistas, etc., etc., el estudio necesario. Pero en los países en que el público no lee libros ni revistas, ni asiste a cátedras, y sólo empieza ahora a leer periódicos, casi exclusivo elemento de cultura para los más, ¿sería conveniente que el periódico no haga más que dar noticias y el periodista no quiera ni pueda enseñar nada?
Es posible que en los pueblos de esta clase la prensa también siga el camino del puro noticierismo. Pero el hecho, el mismo en ambos casos, puede ser natural y admisible en el de los países adelantados, y pernicioso, necesitado de reformas, en los atrasados.

En España, la cultura está muy atrasada, sobre todo, está muy poco extendida. Son poquísimos los lectores de libros; las revistas no pueden vivir, a no contentarse con perder dinero. El periódico empieza a leerse bastante. Los obreros, los humildes, buscan con avidez el impreso barato... y alimentan su espíritu con lo que les dan, con los flecos, con los hechos hoy palpitantes mañana convertidos en polvo. Y ese polvo lleva la tisis a los espíritus débiles.

La prensa no es una carrera; debiera serlo. Para periodista, cree servir cualquiera. Yo he suspendido a algunos estudiantes que, a poco, redactaban periódicos y publicaban libros regenerando el país.

Un noticiero no ha de ser un Salomón, se dice. Y se responde: que debe haber más periodistas que los noticieros, y que, aun éstos, cumplirán tanto mejor su tarea cuanto más sepan.

Los jóvenes más distinguidos de las Universidades y de otras escuelas suelen ser los más hábiles para la lucha práctica y prosaica por la existencia. La prensa de buen capital y altos propósitos debiera dar honrosa aunque modesta colocación a esta juventud ilustrada, haciendo siempre selección escrupulosa al admitir colaboradores.

Nunca me cansaré de decirlo. En España empieza a haber ahora una gran tribuna para la enseñanza popular, y no se aprovecha: el periódico.

Se trata mucho, a lo menos en teoría, del maestro de escuela. ¿Qué se quiere con esto? Que el pueblo sepa leer. Pero, ¿leer por leer? No, leer algo que le enseña algo. ¿Qué? ¿Libros? ¡Bello ideal lejano! Periódicos, eso lee el pueblo por ahora. Pues bien, tanto como el maestro, que pone el medio, el saber leer, importa el periodista, que debe poner el fin, lo que el pueblo debe leer.

Y de mí sé decir, que cuando se me pregunta qué soy, respondo: principalmente periodista.