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7.2 La cámara de cine
Toda cámaras de cine, al igual que antes habían hecho las cámaras oscuras y las cámaras fotográficas, y posteriormente harían las cámaras de televisión y vídeo, persigue el fin de captar y almacenar la vida. En el caso del cine esa operación se realiza registrando una cantidad de imágenes o fotogramas sobre un rollo de película o emulsión sensible a la luz.

El funcionamiento básico de la cámara se inicia en un objetivo que recoge la luz de la escena, enfocándola y dirigiéndola sobre la emulsión, que se convierte en latente, al abrirse el obturador durante el llamado tiempo de exposición. La película avanza, al cerrarse el obturador, por un sistema de arrastre mecánico accionado por un motor que se adapta a las perforaciones de la emulsión. Todos estos elementos se encuentran contenidos en un recipiente completamente opaco al que se le añade exteriormente un chasis herméticamente cerrado en el que se encuentre el negativo de la película y un visor a través del cual tendremos visión y control de la imagen que estemos rodando.

Las cámaras encuadran la realidad en un marco. Es lo que se llama formato de cuadro o ratio que hace referencia a la relación entre el ancho y el alto de la ventanilla. El formato más frecuente es el 1,33:1; que quiere decir que una determinada película tiene una relación de 1,33 de ancho por 1 de alto. (en televisión el equivalente se denomina 4:3. lo que impide el ajuste perfecto de los largometrajes rodados con otros ratio a la hora de su pase televisivo).

El diseño de la cámara y del proyector son casi idénticos, aunque obviamente inversos; hasta el punto de que los primeros aparatos cinematográficos diseñados por los Hermanos Lumiérè servían indistintamente para captar las imágenes y posteriormente proyectarlas.

Las cámaras de cine se clasifican según el tamaño (anchura) de la película; los más comunes son el Súper 8, el 16 mm., el 35 mm. y el 65 mm. Antiguamente existían otros formatos como el 8 mm y el 9’5 mm que han desaparecido.

El Súper 8 con independencia de su gran difusión amateur en los años sesenta y setenta sólo se utiliza en la actualidad para conseguir efectos visuales muy concretos dado que para su proyección comercial debe someterse al proceso de hinchado, por ejemplo copiarse en 35 mm o en vídeo, con lo que su definición y calidad se ven muy afectados. Las hay con banda magnética incorporada para la grabación de sonido.

El formato de 16 mm se ha utilizado durante décadas para usos institucionales, educativos o de los reportajes televisivos. Cierto es que con la generalización de los soportes videográficos se ha arrinconado. En la actualidad su principal utilización se da en aquellos que quieren hacer películas de ficción —por ejemplo cortometrajes- y no disponen de los recursos económicos para trabajar en 35 mm. La oferta de cámaras es amplia, con motor de resorte o motor eléctrico, ópticas variables, carga interior de bobinas y externa de 120 metros (equivalente a unos once minutos a una velocidad de 24 imágenes por segundo), visor réflex, entre otras utilidades concebidas para poder llevar con comodidad la cámara en la mano. Una derivación del 16 mm. es el súper 16 mm que utiliza el mismo ancho de negativo pero se expone con una ventanilla de ratio 1,66:1 aprovechándose del margen de emulsión reservado para banda de sonido. Es un formato en auge dado su acoplamiento a los nuevos ratios de televisión de 16/9.