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6.10 Festivales y premios
La industria del cine tiene muy presente, desde los primeros años del siglo XX, que la producción debe alcanzar al mayor número de espectadores. Y para ello no basta sólo con la promoción y el estreno de la película, sino que debe proporcionar otros escaparates que sirvan a la proyección social del título.

Un primer encuentro cinematográfico de productoras estadounidenses y europeas tiene lugar en Milán en 1910. No obstante, se debe decir que el concepto Festival de Cine surge con el Festival de Venecia (1932). Después le siguen el de Cannes (1939), Berlín (1951), San Sebastián (1952), y un largo etcétera que pasa por Valladolid, Karlovy Vary, Moscú, Locarno...

Los festivales de cine tienen diversos cometidos: ser plataforma de lanzamiento de las producciones estadounidenses, dar a conocer otras cinematografías y ser punto de encuentro para negocios cinematográficos. Los premios que se conceden en cada uno de ellos sirven para que las películas, directores y actores, entre otros, alcancen un reconocimiento que ayuda a la comercialización de la película y, también, a que su sueldo pueda ir creciendo. No es de extrañar que desde la dirección de cada uno de los festivales se quiera garantizar la presencia de figuras consagradas no sólo formando parte de los jurados, sino también en la inauguración y la clausura y durante la celebración de los mismo.

En este sentido, salvo en los casos mencionados, muchos festivales se van especializando con el fin de que un gran número de producciones no desaparezcan entre los fastos de las multinacionales. Así se encuentran festivales de cine de animación (Zagreb, Annecy, etc.), de cortometrajes (Oberhausen, Bilbao, Alcalá de Henares, etc.), de cine de terror y fantástico (Avoriaz, Sitges, etc.), cine iberoamericano (Huelva) y otros como el de Sundance (Estados Unidos) en el que se busca descubrir nuevos y jóvenes valores.

Si son importantes para el negocio del cine los festivales, no se quedan atrás otros reconocimientos. Es así como en 1927 los productores de cine estadounidenses deciden crear unos galardones que llamaron Academy Award (Montaje de los Oscar) con el objeto de premiar a las mejores películas, directores, actores, actrices, etc. y a los que, con los años, se fueron añadiendo nuevas especialidades. La entrega de los Oscar se convierte desde aquella fecha en un evento de singular trascendencia, ceremonia que en cuanto van surgiendo los nuevos medios de comunicación alcanza a todo el mundo.

Con el tiempo otros países siguieron la propuesta estadounidense creando sus propias Academias de Cine y sus correspondientes premios anuales. Es así como la italiana concede los "Donatello", la británica los "Bafta", la francesa los "César", la española los "Goya", etc. Cuando se constituye la Academia de Cine Europeo en el segundo lustro de los años ochenta se conceden los "Félix", un galardón más que busca la integración del cine europeo y se consolida como la plataforma idónea para que en todo el continente se conozcan las producciones de los países miembros.

Y por si fueran pocos los premios que la industria y las academias entregan, son también numerosas las asociaciones de críticos nacionales e internacionales, numerosas publicaciones especializadas, etc., las que son nombradas una vez al año por hacer entrega de sus correspondientes galardones. Así están los Globos de oro que concede la Asociación de la Prensa Extranjera acreditada en Hollywood y, por poner ejemplos más cercanos, en España los que concede el Círculo de Escritores Cinematográficos, la revista "Fotogramas", la Asociación de Actores, etc.

Los festivales y premios generan un flujo de promoción y negocio que son los que motivan la existencia de tal cantidad de eventos. Participar en un festival internacional, nacional, provincial, local o patrocinado por una entidad cualquiera siempre, según la dimensión del mismo, sirve de lanzamiento. Lamentablemente, no se conceden tantos premios como autores hay en el mundo, aunque también es verdad que muchos que se entregan nunca debieron ni mencionarse. En cualquier caso, sirven para que a cualquier nivel se puedan ver obras de muchos autores que, de no ser así, nunca tendrían un mínimo visionado.

 



Cartel del Festival de Belín. 2001.


Cartel del Festival de Cine de San Sebastián. 2002.


Cartel de Festival de Cine de Valladolid. 2002.


Fuente fotografías:
© Historia Universal del Cine. Madrid. Fascículos Planeta. 1982. Varios tomos.