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11.4 El enredo
A estas alturas tendremos un guión terminado, los elementos técnicos mínimos (cámara, cintas y sistema de edición) y algo de dinero. Ahora tenemos que ponernos a buscar colaboradores. Recordemos: el audiovisual es un trabajo en equipo.

Únicamente existe una premisa a la hora de seleccionar a la gente con la que queremos contar: que deseen tanto como nosotros participar en el proyecto. La ayuda de unas personas que no quieran entregarse al máximo durante unos días sólo puede servirnos para cubrir lagunas menores y puntuales (como el transporte). Aunque pueda parecer que, a diferencia del modelo profesional, no nos hallamos bajo la presión de unas fechas de entrega concretas: no es cierto. Las personas que nos van a ayudar, los medios que nos hayan prestado y la disponibilidad de las localizaciones probablemente sean limitadas. Siempre hay unas fechas en las que cerrar el rodaje, bien por motivos económicos, bien por otros factores. Por supuesto, si se nos ha concedido una subvención, esta fecha de entrega habrá sido especificada en las bases de la convocatoria y si no la cumplimos, nos veremos obligados a devolver el importe de la ayuda recibida.

La situación básica y más sencilla es que nuestro equipo de rodaje sea un grupo homogéneo con las ideas claras en el que, aunque con diversas implicaciones, todos han coparticipado en la organización de un proyecto.

Lo ideal es que nuestro grupo cuente con las personas suficientes y con los conocimientos imprescindibles para acometer la empresa, pero no siempre es así. Puede que tengamos que buscar apoyo, bien porque en nuestro grupo desconozcamos el funcionamiento de algún área o bien por inseguridad ante la inexperiencia. En este caso debemos tratar de rodearnos del grupo exacto de colaboradores lo más eficientes posibles. El contar con muchas personas no siempre es sinónimo de éxito. El grupo debe estar compuesto por un número limitado e imprescindible, con las tareas claramente definidas y repartidas. Veamos una posible casuística.

En primer lugar los familiares. Lo normal es que no tengan mayor inquietud por el medio sino que sobre todo les mueva la curiosidad. Su participación, salvo entrega absoluta, debe reducirse a las ayudas más básicas: cesión de vehículos, servicios de transporte, préstamo de localizaciones para rodar, contribuciones en la consecución de atrezzo y vestuario, entre otros. Recordad que una jornada de rodaje puede extenderse más allá de las doce horas y es muy aburrido para quienes no realizan actividades constantes en él. Por ello puede ser contraproducente si delegamos responsabilidades en personas que no comparten nuestro entusiasmo.

Similar al caso anterior se da con nuestros amigos. Ciertamente, a éstos se les puede exigir más. Por lógica será gente de edad y gustos cercanos a los nuestros y siempre podremos subir un nivel de compromiso en las colaboraciones que nos ofrezcan o pidamos a las amistades. Las tareas pueden ampliarse a cargos con algo más de incidencia en el desarrollo global del rodaje: compras, funciones equivalentes a auxiliares de producción y dirección como interrumpir el paso (amablemente) de peatones para que no interfieran el rodaje y figuración o la resolución de las comidas.

Es posible que en nuestro entorno conozcamos compañeros de los que conocemos una capacitación para realizar tareas más específicas aunque sean autodidactas (un gran número de técnicos del cine lo son por haberse iniciado sin haber pisado escuela alguna, introduciéndose muy jóvenes en el negocio). A ellos debemos dirigirnos; de hecho, son los miembros del equipo con los que debemos establecer las funciones y los límites de cada uno, llevándonos correctamente lo que facilitará el trabajo.

Por último, se encuentran los profesionales. Dado el elevado número de variables y necesidades de un rodaje, no es extraño que existan campos que ni en el bloque original ni en el más inmediato entorno nadie domine. Tendremos que recurrir a profesionales, pero se trata de un arma de doble filo: por un lado su experiencia nunca estará de más, pero por otro, si la actitud del resto del equipo es demasiado amateur, es posible que los profesionales se frustren y no colaboren a pleno rendimiento. Esto último es evitable si cada uno se centra en su labor y se entrega a ella.

Así hemos ‘enredado’ a un grupo de personas que nos ayudarán a convertir lo que aún es un proyecto en un producto. Un cortometraje.

 




Preparando a los figurantes
© Foto: J. C. Alfeo