En el siglo III d. C. el
Imperio Romano sufrió una crisis económica,
política y social que acabó con los cimientos del poder
de Roma y con el abandono de los ideales clásicos.
Después de la Crisis del siglo III ya no se buscaba la
creación, sino la recopilación de los conocimientos
adquiridos en la Antigüedad. Por otra parte, el estado
ya no podía mantener la escuela pública, encargada de
formar a los nuevos ciudadanos. Por eso, sólo las
escuelas privadas o los maestros que contrataban las
familias ricas conservaban y transmitían los valores y
las enseñanzas clásicas. Los más importantes centros de
saber estarán en la parte oriental del Imperio (Atenas,
Alejandría, Beirut,....), aunque su influencia será
escasa en Occidente, donde rara vez destacarán figuras
de intelectuales.
Pero cuando
parecía que el fin de la cultura clásica estaba cerca,
una nueva fenómeno espiritual rescató los antiguos
valores: el cristianismo, tanto en Oriente como en
Occidente, utilizará el griego y el latín para expresar
sus nuevas ideas. Así, los primitivos Padres de la
Iglesia,
que procedían de familias cristianas adineradas,
conocían la Gramática y la Retórica, así como otros
saberes que transmitirán a la Edad
Media. |