Las Ciencias de la
naturaleza constituyen la sistematización y
formalización del conocimiento sobre el mundo
natural, a través de la construcción de conceptos y
la búsqueda de relaciones entre ellos, de forma que
permite generar modelos que ayudan a comprenderlo
mejor, predecir el comportamiento de los fenómenos
naturales y actuar sobre ellos, en caso necesario,
para mejorar las condiciones de vida. La
construcción de estos modelos explicativos y
predictivos se lleva a cabo a través de
procedimientos de búsqueda, observación directa o
experimentación, y de la formulación de hipótesis
que después han de ser contrastadas. Estos
procedimientos han permitido la construcción del
saber científico y se han extendido también a otros
campos del saber por su capacidad de generar
conocimiento.
El desarrollo
científico ha dado lugar a apasionantes
conocimientos que han ampliado la visión de nosotros
mismos y del universo, así como de su pasado y
evolución, e incluso de su posible futuro. Por todo
ello, los conocimientos científicos se integran hoy
en el saber humanístico que debe formar parte de la
cultura básica de todos para una adecuada inserción
en la sociedad, con la capacidad de disfrutar
solidariamente de los logros de la humanidad y de
participar en la toma de decisiones fundamentadas en
torno a los problemas locales y globales a los que
se ha de hacer frente.
La educación
secundaria obligatoria ha de facilitar a todas las
personas una alfabetización científica que haga
posible la familiarización con la naturaleza y las
ideas básicas de la ciencia y que ayude a la
comprensión de los problemas a cuya solución puede
contribuir el desarrollo tecnocientífico,
facilitando actitudes responsables dirigidas a
sentar las bases de un desarrollo sostenible. Y debe
hacer posible, además, valorar e incorporar en forma
de conocimiento válido el resultado de la
experiencia y la información sobre la naturaleza que
se recibe a lo largo de la vida.
En síntesis, la
ciencia en esta etapa debe estar próxima al alumnado
y favorecer su familiarización progresiva con la
cultura científica, llevándole a enfrentarse a
problemas abiertos y a participar en la construcción
y puesta a prueba de soluciones tentativas
fundamentadas. Ésta es la alfabetización científica
que requiere la formación ciudadana, pero es también
la mejor formación científica inicial que puede
recibir un futuro científico, pues permite salir al
paso de visiones deformadas y empobrecidas,
puramente operativas de la ciencia, que generan un
rechazo hacia la misma que es necesario superar.
En esta materia se
manejan ideas y procedimientos propios de varias
disciplinas científicas. En particular, el cuerpo
conceptual básico proviene de la Física, la Química,
la Biología y la Geología. Se incorporan además, en
conexión con ellas, otras ciencias de naturaleza
interdisciplinar como la Astronomía, la Meteorología
o la Ecología.
Partiendo del
tratamiento integrado de los conocimientos
científicos en la etapa anterior, en la que se
relacionan también con la experiencia social, en la
educación secundaria obligatoria se van
diferenciando, en la medida en que exigen un mayor
grado de profundidad en las ideas y en las
relaciones que se ponen de manifiesto. Esta
diferenciación progresiva no debe ocultar la
importancia que tiene resaltar lo común y lo global
en el aprendizaje científico; y ello por varias
razones: porque la experiencia con el medio natural
suele ser global e integra casi siempre aspectos
variados, porque la actuación sobre dicho medio no
distingue entre las ciencias particulares y porque
los procedimientos para la construcción del
conocimiento son básicamente comunes. En la búsqueda
del equilibrio entre globalidad y especialización
parece necesario inclinarse al comienzo de la etapa
por la primera para ir progresivamente diferenciando
cada una de las ciencias.
Esta diferenciación
progresiva se refleja en la presentación unificada
de los contenidos en los dos primeros cursos,
marcando en el tercer curso la diferencia entre los
contenidos que corresponden a Biología o Geología y
a Física o Química. En el último curso de la etapa
se diferencian nítidamente, ya que se han de
impartir necesariamente de manera separada y con
carácter opcional. En cada curso, los bloques de
contenidos se entienden como un conjunto de saberes
relacionados, que permiten la organización en torno
a problemas estructurantes de interés que sirven de
hilo conductor para su secuenciación e
interrelación, lo que facilita un aprendizaje
integrador.
Los conceptos de
materia, energía, unidad y diversidad son el hilo
conductor en un primer momento, para pasar más
tarde, por su mayor complejidad, a los de
interacción y cambio. Otros criterios que se han
tenido en cuenta al seleccionar y secuenciar los
contenidos conceptuales, procedimentales y
actitudinales han sido el carácter obligatorio de
los tres primeros cursos, el diferente nivel de
desarrollo cognitivo del alumnado y el objetivo de
favorecer una progresiva familiarización con la
cultura científica así como desarrollar actitudes
positivas hacia la ciencia y el trabajo científico.
El estudio de la
Tierra en el Universo configura el primer curso.
Tras comenzar con una visión general del Universo se
sitúa en él a la Tierra como planeta y se estudian
las características de la materia que la constituye
para seguir con la introducción al conocimiento de
la geosfera e iniciar el estudio de la diversidad de
los seres vivos que en ella habitan.
En el segundo curso
el núcleo central es la Energía, sus diversas formas
de transferencia, estudiando el calor, la luz y el
sonido, así como los problemas asociados a la
obtención y uso de los recursos energéticos. También
se aborda la transferencia de energía interna que se
produce en la Tierra, para estudiar a continuación
las características funcionales de los seres vivos y
las relaciones entre ellos y con el medio físico que
conducen a la iniciación en la ciencia de la
Ecología.
La unidad y
diversidad de la materia es el eje central de los
contenidos de Física y química en el tercer curso.
Se estudian sus propiedades, desde una perspectiva
macroscópica e introduciendo los primeros modelos
interpretativos y predictivos de su comportamiento a
nivel microscópico, llegando hasta los primeros
modelos atómicos. En este mismo curso, los
contenidos de Biología y geología parten del estudio
de la estructura y función del cuerpo humano que,
desde la perspectiva de la educación para la salud,
establece la importancia de las conductas saludables
y señala la relación de cada sistema orgánico con la
higiene y prevención de sus principales
enfermedades. Así mismo se propone una visión
integradora del ser humano con su entorno, mediante
el estudio de las interacciones e interdependencias
entre las personas y el medio ambiente. Por último,
se aborda la actividad geológica debida a la energía
externa al planeta, cuya importancia en la
superficie terrestre la convierte en el marco de
referencia fundamental y dinámico donde tienen lugar
aquellas interacciones.
La Física y química
del cuarto curso incluye, por una parte, el estudio
del movimiento, las fuerzas y la energía desde el
punto de vista mecánico, lo que permite mostrar el
difícil surgimiento de la ciencia moderna y su
ruptura con visiones simplistas de sentido común.
Por otra parte, se inicia el estudio de la Química
orgánica, como nuevo nivel de organización de la
materia, fundamental en los procesos vitales. Por
último, el bloque Un desarrollo tecnocientífico para
la sostenibilidad permite analizar algunos de los
grandes problemas globales con los que se enfrenta
la humanidad, incidiendo en la necesidad de actuar
para avanzar hacia el logro de un desarrollo
sostenible.