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PODEMOS ENGAÑAR AL SISTEMA INMUNITARIO Y CONSEGUIR UNA DEFENSA MEJOR

Cuando los linfocitos han aprendido a fabricar un anticuerpo (cosa que les lleva unos cuanto días) ya no lo olvidan. De modo que si vuelve a aparecer el microorganismo se ponen inmediatamente a fabricar anticuerpos y aquel es rápidamente eliminado. Por eso una persona que ha padecido el sarampión ya no lo volverá a padecer. Desgraciadamente, en algunos microorganismos causantes de enfermedades se producen cambios en sus antígenos cada año y, como no valen los anticuerpos, el microbio se desarrolla causando la enfermedad. La gripe es un caso típico.

Pero podemos tomar anticuerpos de la sangre de alguien que haya padecido una enfermedad, guardarlos e inyectárselos a otra persona cuando empiece a tener los síntomas de la enfermedad. Mientras le queden anticuerpos de los que se le han inyectado no padecerá la enfermedad. A este procedimiento se le llama sueroterapia y al líquido con los anticuerpos se le llama suero.

También podemos engañar al sistema defensivo haciéndole creer que llega un invasor. Por ejemplo inyectando en una persona antígenos del microbio o el propio microbio pero muerto. Así no hay posibilidad de que se desarolle la enfermedad, pero los linfocitos fabricarán anticuerpos y, lo que es mucho más importante, recordarán para siempre cómo se fabrican. A este procedimiento se le da el nombre de vacunación y lo que se inyecta es la vacuna.

Existen vacunas contra muchísimas enfermedades. Alguna de ellas ha sido tan eficaz que la enfermedad ha desaparecido de La Tierra, como es el caso de la viruela.

Actividad 16